miércoles, 7 de enero de 2015

La virtud está en los extremos

Todos los humanos, desde que nacemos perseguimos una cosa, la felicidad. Todos queremos ser felices, aunque haya diferentes opiniones acerca de cómo alcanzarla. Unos asocian la felicidad con el dinero, otros con los honores, otros con los placeres... Aristóteles cree que la felicidad no se puede alcanzar de ninguna de estas maneras, para él estos son factores que no dependen de nosotros, el dinero es algo efímero que podemos ver como aparece y como desaparece con facilidad. Los honores, son algo que depende de la gente de nuestro alrededor pero no de nosotros mismos. El placer para Aristóteles es importante, pero cree que se asocia más con un alma irracional.
Para Aristóteles la felicidad no puede basarse en algo ajeno a nosotros sino que tiene que depender de uno mismo, y puesto que hay algo que nos diferencia, el alma racional, para ser felices hemos de ser virtuosos, es decir actuar correctamente, conforme a la razón. Es aquí donde Aristóteles defiende la teoría del justo medio. Para alcanzar la virtud debemos actuar prudentemente, es decir actuar conforme a un justo medio entre dos extremos viciosos. Para el filósofo actuar acorde a los extremos es algo negativo. Así lo bueno entre ser cobarde u osado, lo correcto, es el justo medio: ser valeroso. El justo medio no es la mitad aritmética, él defiende que en ocasiones esa "mitad" depende de uno mismo y de las circunstancias, por lo que el justo medio podría, admite él, "acercase" hacia uno de los extremos. Por ejemplo, en una casa que se está quemando lo correcto qué es: ¿salir huyendo para salvar tu vida, de forma cobarde, o arriesgar tu vida entrando en la casa e intentar auxiliar a personas atrapadas, incluso de forma osada?. Lo correcto para Aristóteles es el justo medio, es decir no salir huyendo sino intentar socorrer al resto sin poner totalmente en juego tu vida. Pero, ¿qué pasaría si el que estuviera atrapado es tu hijo? entonces lo correcto ya no es lo que en el ejemplo hemos llamado justo medio, sino acercarse más hacía el extremo de la osadía, e intentar salvarlo.
Con su teoría Aristóteles defiende que los extremos nunca son virtuosos, buenos, pero después del ejemplo anterior, quizá él podría estar de acuerdo con la tesis que expongo a continuación. Creo que puede haber ocasiones en que actuar conforme a los extremos, mal llamados viciosos, es actuar correctamente y conforme a la razón.
Defiendo que podemos ver actuaciones extremas pero que sean correctas, como se han dado en dictaduras, o en esta situación actual tremendamente injusta dominada por los poderes económicos. Nosotros, en estos últimos años hemos visto actuaciones extremas, muy criticadas, pero ¿podría Aristóteles defenderlas?. Una situación que se me ocurre mencionar son los escraches. La PAH, tras la negativa de algunos políticos a aprobar la dación en pago, decidió presentarse en casa de estos para informarles acerca de las consecuencias que esto tendría para muchas personas. Es una situación extrema, que un grupo de gente vaya a casa de alguien y le pueda increpar, ¿es actuar correctamente? Desde el punto de vista clásico podría parecer que no es una actitud prudente. Desde esta perspectiva no estaríamos actuando según el justo medio, sino que nos situamos en un extremo. Pero luego puedes reflexionar y ver la situación tan completamente injusta que están viviendo las personas que hacen esto. Mientras los políticos niegan esta ley esas personas están siendo desahuciadas, sin ningún tipo de ayuda, sin ingresos para vivir, viendo que las peticiones que hacen al ejecutivo son ignoradas. Por ello deciden hacer los escraches. Desde esta perspectiva defiendo que esto es actuar prudentemente y de modo virtuoso. Porque no sólo luchan por ellos sino también por los derechos de todos nosotros.
Tendría decenas de ejemplos para proponerle a Aristóteles: quemar un banco que te ha vendido preferentes; interrumpir el Congreso desnudándose para defender el derecho a la libertad de la mujer; negarle la mano al Ministro de Educación cuando te entrega un premio a tu expediente; encerrarte en un hospital hasta que te den una medicación; ser piquete en una huelga...

Dime Aristóteles, ¿dónde está la virtud? ¿dónde la prudencia?



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